viernes, 7 de noviembre de 2014

Catequesis


Texto: Is 41,10.13-14; 43,1-4

Palabra central: CONSUELO

 


1. Leer el texto y repasarlo hasta que nos entre dentro.

2. Marco histórico del texto

Hace ya años que el Pueblo de Dios vive en el destierro. Ya han reconocido sus pecados de idolatrías e injusticias. Y en esos momentos de dolor y humillación, Dios, enternecido, se dedica a consolar y animar a estos pobres esclavos que ya han pagado todas sus culpas. Lo hace a través de un joven cantor, nacido en el destierro, pero que vive la línea espiritual de Isaías. Por eso lo llamamos Isaías júnior.

Sus escritos están en el libro de Isaías desde el capítulo 40 al 55. En ellos Dios se manifiesta como una madre y como un padrino, siempre comprensivo, cariñoso y consolador. Se siente a gusto en medio de su pueblo, animándole constantemente a que no tema, ni mire con desconfianza, aunque se vea a sí mismo como un gusano indefenso, pues Dios está a su lado y le toma de la mano como a hijo querido. “Yo te doy fuerzas, Yo soy tu auxilio, y con mi mano derecha victoriosa te sostendré”.

A pesar de ser un pueblo de esclavos, Yavé les confiesa su amor entrañable. “Tú vales mucho a mis ojos; Yo te aprecio y te amo en demasía”. Para con aquel pueblo tan humillado, Dios se muestra como una madre: “¿Puede una mujer dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti!”.

Es muy importante tomarle gusto a estos mensajes de consuelo que nos vienen de parte de Dios. También muchos de nosotros vivimos esclavizados y humillados, desterrados, con trabajos forzados, que apenas nos dan para comer. Y en estas circunstancias es lindo sentir la cercanía amorosa de Dios, como la de una madre.

Es bueno desahogarse con Mamá-Dios, contándole todas nuestras penas, sintiendo que nos toma de la mano y nos anima y nos ayuda a levantarnos y seguir adelante. La amistad indestructible de Dios nos dignifica, nos consuela y nos anima.

Tenemos que echar fuera de nuestras creencias todas esas imágenes de Dios que lo presentan con cara de enojado, cruelmente exigente, con el palo levantado para castigarnos al menor descuido.  Dios tiene para con todos sus hijos la cercanía, la comprensión y la actitud de ayuda de la mejor de las madres. A nadie se impone a la fuerza: su respeto por nosotros es inmenso; pero en cuanto nos acerquemos a Mamá-Dios, su corazón, derretido de cariño, nos consuela, nos anima y nos ayuda a crecer en todo lo que somos su imagen y semejanza, especialmente en el amor.

3. Dialogar sobre el texto

a)     ¿En qué se parecen los problemas de los desterrados a los problemas que tenemos nosotros hoy?

b)     Esforcémonos por mirar a Dios como a una madre comprensiva y amorosa. Intentemos conocer mejor a Dios acordándonos de lo más lindo de nuestra propia madre.

c)     Recordemos los momentos en nuestra vida en los que hemos sentido la mano amorosa de Dios sacándonos de problemas.

d)     ¿Por qué será que el segundo Isaías nos presentan a Dios comparándolo con el cariño y los cuidados de una madre o de un padrino?

e)     ¿Cómo debemos comportarnos en el futuro cuando tengamos problemas, sabiendo ahora que Dios está siempre cariñosamente a nuestro lado como la mejor de las madres?

4. Orar el mensaje: Escuchemos las palabras de reproche que nos dice Dios cuando desconfiamos de él.

  · Alguien lee y todos repiten, frase por frase, Is 40,27-31 y 49,14-15.