Atrás queda el reencuentro anual con la Madres de los rocieros en su Aldea. Atrás quedan los recuerdos, las alegrías y las lágrimas de cada uno de los peregrinos que se acercaron hasta los pies de la Señora de las Marismas.
Ayer volvieron los peregrinos portuenses de ver a su Madre, aunque durante todo el año la llevan en su corazón. Ellos iniciaron su camino de vuelta desde las marismas almonteñas hasta las aguas del Guadalete.
Cansados, pero con la fuerza impregnada de su amor a la Virgen del Rocío llegaron hasta el monolito de Las Marías. Cantaron la Salve y con la mirada puesta en el nuevo encuentro con su Madre, en este caso la de Los Milagros, patrona de El Puerto.
Arropados por familiares y vecinos de la localidad recorrieron la ciudad hasta llegar a la Basílica Menor. En la puerta les recibía el rector Diego Valle y una representación de diferentes hermandades que tienen su sede canónica en la Prioral. Con antelación, y al paso del cortejo de peregrinos otras hermandades les recibían en sus respectivas casas de hermandad.
Tras las palabras de bienvenida por parte del rector de la basílica Menor, y tras rezar a los pies de la Patrona encaminaron su camino hasta la parroquia de San Joaquín, su sede canónica.
Ya en su casa, les recibía el párroco Guillermo Camacho y una representación de las otras dos hermandades que tienen su sede canónica en este templo, la hermandad de la Veracruz y la Flagelación.
En un acto emotivo y en tono de despedida, el hermano mayor de la hermandad portuense del Rocío, José María García, se dirigió a sus hermanos para darles las gracias por el comportamiento en esta peregrinación de 2015.
Tras el rezo, y la Salve ante la imagen de la Virgen del Rocío se despidieron hasta el año que bien, aunque en el corazón la llevarán todo el año, hasta encontrarse de nuevo a sus pies.
Tal y como dice la sevillana “…todo se va terminando como un sueño que se aleja, pero la Blanca Paloma en mi corazón se queda…”.
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